Clásicos contemporáneos es una contradicción
clásico
Del lat. classĭcus: “digno de imitación”
1. adj. Dicho de un período de tiempo: De mayor plenitud de una cultura, de una civilización, de una manifestación artística o cultural, etc.
2. adj. Dicho de un autor, de una obra, de un género, etc.: Que pertenece al período clásico. Apl. a un autor o a una obra, u. t. c. s. m. Esa película es un clásico del cine.
3. adj. Dicho de un autor o de una obra: Que se tiene por modelo digno de imitación en cualquier arte o ciencia. U. t. c. s. m.
4. adj. Perteneciente o relativo al momento histórico de una ciencia en el que se establecen teorías y modelos que son la base de su desarrollo posterior.
5. adj. Dicho de un autor, de una obra, de un género, etc.: Que pertenece a la literatura o al arte de la Antigüedad griega y romana. Apl. a pers., u. t. c. s. m.
6. adj. Perteneciente o relativo a la Antigüedad griega y romana.
7. adj. Dicho de la música y de otras artes relacionadas con ella: De tradición culta.
8. adj. Que no se aparta de lo tradicional, de las reglas establecidas por la costumbre y el uso. Un traje de corte clásico. Apl. a pers., u. t. c. s. Apl. a cosa, u. t. c. s. m.
Según el numeral (4) habría que tener una distancia de tiempo para identificar un clásico, porque si son contemporáneos obra y lector como reconocer su desarrollo posterior. Si por el contrario está basado en el desarrollo posterior de una teoría no es contemporáneo, sería la obra derivada de un clásico y entonces como muy bien menciona el numeral (3) es una imitación. Pero no toda imitación es digna de imitar, esas varias derivaciones de una obra serían solo una colección de derivados. Aunque una colección de obras derivadas puede engendrar un género y ese género con el tiempo convertirse en clásico como lo indica el numeral (8), pero el factor tiempo vuelve a descartar el adjetivo contemporáneo.
En el tiempo que he trabajado en diseño editorial, he visto el esfuerzo de editores por crear clásicos contemporáneos, por encontrar ese manuscrito que los trasnocha que buscan sin descanso como la mismísima arca de la alianza. En el proceso se inventan cosas como los clásicos instantáneos, bestsellers de largo aliento que por su impacto en un mercado en el que las novedades cada vez tienen tirajes más reducidos y un canal de librerías que se viste cada vez con menos ejemplares, levitan ante un libro de largo aliento y varias reimpresiones, se les hace agua la boca. Tragan saliva y paso a seguir se les llena la boca con la frase "claramente es un clásico contemporáneo". Recuerdo esos días en la editorial en que una evaluación positiva de un manuscrito de esos alumbraba entre la bandeja de entrada de la asistente editorial, el rumor a voces se extendía entre los cubículos y ya sabíamos los de "arte" lo que se nos venía pierna arriba. Hacer cubiertas para un bestseller que todavía no ha tocado librerías no es chévere, la carga emocional de un proyecto como esos solo genera prevención y acoso laboral, hoy me pregunto que hubiese sido de todos esos proyectos sino fueran la sospecha de un Hit editorial, no me gustan los hubieses. Tampoco me arrepiento de lo que fueron esos falsos positivos.
Tengo claras las sospechas que desde mi especulación he tenido de lo que podrían llegar a ser clásicos de la literatura colombiana algún día, tengo claro que no estuve de acuerdo con la mayoría de los clásicos contemporáneos que se gestaron en mi tiempo en la editorial, aunque se convirtieran a punta de forzadas reseñas en bestsellers locales. Pero voy a dejar linkeadas mis sospechas a manera de apuesta.
Pago en el punto baloto más cercano mis dos apuestas, una a un caballo viejo algo recua y otra a una llegua joven cada vez más briosa mientras suena en mis audífonos You Wanted A Hit de LCD Soundsystem y recuerdo porque no me gusta tener la razón, porque no me gustan los tesoros y porque me gustan los verdaderos clásicos:
Del lat. classĭcus: “digno de imitación”
3. adj. Dicho de un autor o de una obra: Que se tiene por modelo digno de imitación en cualquier arte o ciencia. U. t. c. s. m.
4. adj. Perteneciente o relativo al momento histórico de una ciencia en el que se establecen teorías y modelos que son la base de su desarrollo posterior.
8. adj. Que no se aparta de lo tradicional, de las reglas establecidas por la costumbre y el uso. Un traje de corte clásico. Apl. a pers., u. t. c. s. Apl. a cosa, u. t. c. s. m.
Según el numeral (4) habría que tener una distancia de tiempo para identificar un clásico, porque si son contemporáneos obra y lector como reconocer su desarrollo posterior. Si por el contrario está basado en el desarrollo posterior de una teoría no es contemporáneo, sería la obra derivada de un clásico y entonces como muy bien menciona el numeral (3) es una imitación. Pero no toda imitación es digna de imitar, esas varias derivaciones de una obra serían solo una colección de derivados. Aunque una colección de obras derivadas puede engendrar un género y ese género con el tiempo convertirse en clásico como lo indica el numeral (8), pero el factor tiempo vuelve a descartar el adjetivo contemporáneo.
En el tiempo que he trabajado en diseño editorial, he visto el esfuerzo de editores por crear clásicos contemporáneos, por encontrar ese manuscrito que los trasnocha que buscan sin descanso como la mismísima arca de la alianza. En el proceso se inventan cosas como los clásicos instantáneos, bestsellers de largo aliento que por su impacto en un mercado en el que las novedades cada vez tienen tirajes más reducidos y un canal de librerías que se viste cada vez con menos ejemplares, levitan ante un libro de largo aliento y varias reimpresiones, se les hace agua la boca. Tragan saliva y paso a seguir se les llena la boca con la frase "claramente es un clásico contemporáneo". Recuerdo esos días en la editorial en que una evaluación positiva de un manuscrito de esos alumbraba entre la bandeja de entrada de la asistente editorial, el rumor a voces se extendía entre los cubículos y ya sabíamos los de "arte" lo que se nos venía pierna arriba. Hacer cubiertas para un bestseller que todavía no ha tocado librerías no es chévere, la carga emocional de un proyecto como esos solo genera prevención y acoso laboral, hoy me pregunto que hubiese sido de todos esos proyectos sino fueran la sospecha de un Hit editorial, no me gustan los hubieses. Tampoco me arrepiento de lo que fueron esos falsos positivos.
Tengo claras las sospechas que desde mi especulación he tenido de lo que podrían llegar a ser clásicos de la literatura colombiana algún día, tengo claro que no estuve de acuerdo con la mayoría de los clásicos contemporáneos que se gestaron en mi tiempo en la editorial, aunque se convirtieran a punta de forzadas reseñas en bestsellers locales. Pero voy a dejar linkeadas mis sospechas a manera de apuesta.
Pago en el punto baloto más cercano mis dos apuestas, una a un caballo viejo algo recua y otra a una llegua joven cada vez más briosa mientras suena en mis audífonos You Wanted A Hit de LCD Soundsystem y recuerdo porque no me gusta tener la razón, porque no me gustan los tesoros y porque me gustan los verdaderos clásicos:
«No me gusta este viaje; no me gusta la tripulación y no me gusta mi segundo oficial. Las cosas claras [...] Además, me entero de que vamos a buscar un tesoro... y fíjese que me lo dicen mis propios subordinados. Ahora bien, esto de los tesoros es cosa delicada; no me gustan los viajes con tesoros para nada, y cuando sobre todo, con perdón de usted, Sr. Trelawney, el secreto lo sabe hasta el loro (Isla del tesoro, pp. 58-59).»



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